El piquete que se inmortalizó.
El 11 de noviembre de 1887 ocho sindicalistas anarquistas, que reivindicaban una jornada laboral de ocho horas, fueron encarcelados y condenados a muerte por los hechos acaecidos el 4 de mayo de 1886 en la plaza de Haymarket, en Chicago.
“Ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas para la casa”, ésta era la reivindicación que miles de obreros solicitaban el 1 de mayo de 1886, cuando iniciaron una huelga en todas las fábricas de Chicago para exigir a los empresarios una jornada laboral de ocho horas. Pedían que su gremio fuera incluido en la Ley Ingersoll firmada por el presidente Andrew Johnson en 1868 y que establecía una jornada de ocho horas para todos aquellos empleados de oficinas federales y trabajadores de obras públicas, salvo excepciones y en “casos absolutamente urgentes”. Pero esta ley no contemplaba a los obreros industriales cuyas extenuantes jornadas eran de más de once horas diarias.
El punto culminante de aquellas manifestaciones llegaría tres días más tarde, el 4 de mayo, en la conocida como revuelta de Haymarket (también llamada masacre de Haymarket), cuando en mitad de una de las manifestaciones un artefacto explosivo fue lanzado contra la policía. Aquel suceso desató una violencia que acabó en un juicio que condenó a muerte a cinco trabajadores y a penas de cárcel a otros tres. Tan sólo unos días más tarde, varios sectores de la patronal accedieron a reconocer esa jornada más justa.
¡NADIE DEBE HACER HUELGA!
Los obreros estadounidenses de finales del sigo XIX estaban organizados en torno a la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, una especie de sindicato con influencias anarquistas que compartía escenario social con la Federación Americana del Trabajo, una federación nacional de sindicatos. Tras la celebración de su cuarto congreso en octubre de 1884, esta última anunció que reclamaría una jornada de ocho horas y que, en caso de no reconocerse ese derecho, sus afiliados irían a huelga.
La Noble Orden de los Caballeros del Trabajo ordenó a todas las organizaciones que aglutinaba que “ningún trabajador adherido a esta central debe hacer huelga el 1 de mayo”.
Sin embargo, la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo ordenó por carta a todas las organizaciones que aglutinaba que “ningún trabajador adherido a esta central debe hacer huelga el 1 de mayo, ya que no hemos dado ninguna instrucción al respecto”. Los trabajadores, al no sentirse representados, tacharon al sindicato de “traidores al movimiento obrero” y siguieron adelante con sus reivindicaciones. La prensa calificó sus demandas de “indignantes e irrespetuosas” y de “delirio de lunáticos poco patriotas”, y las compararon con “pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo”. El periódico The New York Times recogía el 29 de abril de 1886, en las jornadas previas a aquella huelga, que “además de las ocho horas, los trabajadores van a exigir todo lo que puedan sugerir los más locos anarquistas”.
Esquiroles y Piquetes
El 1 de mayo de 1886, unos 200.000 trabajadores se declararon en huelga. En Chicago, donde las condiciones laborales eran aún peores que en otras ciudades, las movilizaciones no cesaron y continuaron durante los días 2 y 3. La empresa de maquinaria agrícola McCormick siguió con su producción gracias a los empleados que no se habían adherido a la huelga y que popularmente se conocen como esquiroles. El resto de obreros, alrededor de 50.000, habían sido disueltos de forma violenta por la policía mientras participaban en una concentración el 2 de mayo. Al día siguiente celebraron una nueva manifestación, y cuando sonó la sirena y los esquiroles salieron se inició una batalla campal que terminó con seis obreros muertos y varias decenas de heridos a manos de la policía. Tras el suceso, el periodista Adolph Fischer, redactor del Asbeiter Zeitung, también conocido como el Chicagoer Arbeiter-Zeitung, un periódico anarquista escrito en alemán, se apresuró a imprimir 25.000 octavillas llamando “a las armas” y convocando una protesta para el día 4 a las 16,00 h. en Haymarket Square.
FUENTE: NATIONAL GEOGRAPHIC